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5 cosas que debes saber sobre la vacuna para COVID. Primero: no será una “bala mágica”

El presidente Donald Trump no ha ocultado que quisiera tener una vacuna para COVID-19 disponible antes de las elecciones. Pero es raro que suceda, e incluso después que una vacuna obtenga la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), habrá una larga espera antes que llegue el momento de declarar la victoria sobre el virus.

Hay docenas de vacunas candidatas que se están probando, y 11 de ellas están en la etapa final de investigación, cuatro en los Estados Unidos. Algunas podrían resultar seguras y efectivas, y entrar al mercado en los próximos meses. ¿Entonces que?

Aquí hay cinco cosas a considerar para hacer realidad el sueño de la vacuna.

  1. Una vacuna es vital para combatir el virus, pero no será un salto a nuestras vidas anteriores.

Las vacunas han ayudado a librar al mundo de flagelos como la viruela, pero el proceso lleva tiempo y no hay garantías. Hasta que se hayan completado los ensayos clínicos en esta primera ronda de vacunas candidatas, nadie sabe qué tan efectivas podrían resultar.

El requisito mínimo de la FDA para cualquier vacuna para COVID-19 es que al menos debería demostrar una efectividad del 50% en comparación con un placebo, es decir, una solución salina neutra.

En comparación, la vacuna anual contra la influenza varía entre el 40% y el 60% de efectividad para prevenir la enfermedad, según el receptor y la temporada examinada. Y un ciclo completo de la vacuna contra el sarampión tiene una eficacia de aproximadamente 97%.

“Es muy poco probable que una vacuna de primera generación sea algo así”, dijo el doctor Amesh Adalja, investigador principal del Centro de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins.

  1. Una vez que las vacunas obtienen la aprobación, empieza la evaluación en el mundo real.

Las vacunas se someten a un proceso de prueba prolongado que involucra a miles de sujetos. Obtienen la aprobación de la FDA solo después de demostrar su seguridad y cumplir al menos con el estándar mínimo de eficacia. El seguimiento continúa después que llegan al mercado; cualquier efecto secundario raro o problema de seguridad se vuelve más evidente después de administrar millones de dosis.

Hipotéticamente, digamos que las primeras nuevas vacunas para COVID demuestran una efectividad del 70% para prevenir la enfermedad. Eso significaría que siete de cada 10 personas que se arremanguen estarán protegidas, pero tres no.

Adalja dijo que es possible que la vacuna reduzca la gravedad de la enfermedad en las tres personas restantes, ayudando así a reducir las hospitalizaciones y los efectos secundarios graves.

Pero también es cierto que los reguladores se centran en si una vacuna previene la enfermedad. Algunas vacunas pueden evitar que te enfermes sin prevenir la infección, en cuyo caso aún se podría transmitir el virus incluso sin presentar síntomas.

Los misterios permanecen, al menos por ahora. Los científicos no saben cuánto durará la protección, por ejemplo. ¿Se requerirá la vacunación anual, como ocurre con la influenza? ¿O durará años?

Además, hasta ahora, las potenciales vacunas para COVID se están probando solo en adultos. La mayoría de los fabricantes de vacunas han retrasado las pruebas en niños o mujeres embarazadas y en período de lactancia, por ejemplo.

Eso podría significar un retraso inicial en los datos de seguridad y eficacia para esos grupos, complicando los esfuerzos de vacunación para los niños o incluso para los trabajadores de atención médica de primera línea, muchos de los cuales son mujeres en edad fértil.

Por todas esas razones, “si se está buscando una bala mágica, no se encontrará una en las vacunas”, dijo el doctor William Schaffner, profesor de medicina preventiva y enfermedades infecciosas en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee. “Dicho esto, las vacunas desempeñarán un papel importante en la reducción de la epidemia”.

  1. Después que se apruebe una vacuna, es posible que aún se deba esperar un poco para recibirla.

Producir vacunas es complicado. Y también distribuirlas. Los fabricantes dicen que ya las están produciendo antes de saber si obtendrán la aprobación. Pero el simple hecho de tener un amplio suministro de vacunas no significa que los fabricantes tengan todo para distribuirlas de inmediato. De hecho, algunos expertos temen que los suministros limitados podrían obstaculizar la distribución de una vacuna aprobada. Muchas de las candidatas deben enviarse y almacenarse a temperaturas extremadamente bajas, lo que aumenta la complejidad.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y la Academia Nacional de Ciencias han emitido un marco para determinar quién debe tener prioridad para la vacuna inicial. Los departamentos de salud estatales y locales también tendrán voz sobre cómo se distribuyen los suministros.

Las recomendaciones actuales dicen que los primeros en la fila serán los trabajadores de salud y las personas con afecciones médicas que los pongan en mayor riesgo si contraen el virus. Los que viven en hogares de adultos mayores y otros entornos grupales también estarán más arriba en la lista. Más abajo están los adultos sanos promedio.

Por último, muchas de las vacunas que se están considerando requerirán dos dosis con un intervalo de algunas semanas, lo que aumentaría el retraso. Si se aprueba más de una vacuna, lo cual es probable, las personas necesitarán que la segunda dosis provenga del mismo fabricante que la primera. Eso podría resultar una pesadilla para mantener registros.

En un testimonio ante el Congreso a mediados de septiembre, Robert Redfield, director de los CDC, dijo que es posible que decenas de millones de dosis de vacunas comiencen a estar disponibles a fines de noviembre o diciembre. Pero la logística de la distribución de vacunas significa que el país no podrá volver a la “vida normal” hasta “finales del segundo, tercer trimestre de 2021”, predijo Redfield.

  1. Así que no tires tus máscaras todavía.

Debido a que es probable que cualquier vacuna no alcance el 100% de efectividad y no se distribuya ampliamente por un tiempo, se requerirá el uso de máscaras y mantener la distancia social hasta el próximo año, dicen expertos.

“La vacuna será un comienzo, pero aún tendremos que hacer las cosas que hemos estado discutiendo durante todo el proceso: lavarnos las manos, usar máscaras y seguir manteniendo distancia”, dijo la doctora Krutika Kuppalli, profesora asistente de enfermedades infecciosas en la Universidad Médica de Carolina del Sur. “Es el arsenal de herramientas que necesitaremos utilizar”.

  1. ¿Qué pasa si no quiero vacunarme?

Las encuestas muestran que un buen porcentaje de estadounidenses no quiere una vacuna o quiere esperar un poco antes de recibir una. ¿Se les puede exigir que se pongan una inyección?

Ciertos empleadores, como hospitales o plantas de producción de alimentos, podrían exigir que sus trabajadores se vacunen, pero un mandato federal es muy poco probable y probablemente sería inconstitucional, dijo la profesora Dorit Rubinstein Reiss, experta en leyes de empleadores y vacunas en la Escuela de Derecho de la Universidad de California-Hastings.

El enfoque probable de las autoridades de salud pública es educar a las personas sobre los beneficios y los posibles efectos secundarios de una vacuna, incluso un pequeño dolor en el brazo.

“Eso es lo que hacemos con cada vacuna”, dijo Adalja, de Hopkins. Un requisito de vacunación para el público en general crearía resistencia y “fomentaría las teorías de la conspiración”, agregó.

La mayor parte de la regulación de la salud pública recae en los gobiernos estatales y locales y las agencias de salud, dijo Reiss. Los estados serían “más propensos a tener mandatos específicos o limitados que podrían sobrevivir a la revisión judicial”, dijo.

Las escuelas, por supuesto, requieren que los estudiantes se vacunen contra una amplia gama de enfermedades. Pero el mandato de una vacuna para COVID en edad escolar es dudoso, al menos a corto plazo, porque la vacuna no se ha probado en niños.

En términos generales, los empleadores, incluido el gobierno federal, tienen el poder de exigir vacunas, especialmente si no tienen una fuerza laboral sindicalizada con un contrato que pueda limitar su poder. Sin embargo, todos los empleadores enfrentan límites establecidos por las leyes de derechos civiles y discapacidad y es posible que tengan que brindar alternativas para las personas que no puedan o no quieran vacunarse, dijo Reiss.

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