Skip to content

Return to the Full Article View You can republish this story for free. Click the "Copy HTML" button below. Questions? Get more details.

Dramático aumento de la hepatitis A en todo el país

Justo antes del 4 de julio, Trenton Burrell, de Akron, Ohio, comenzó a sentirse decaído y adolorido. Poco después, apenas tenía energía para caminar de una habitación a otra. Un amigo lo alarmó cuando le dijo: “Te estás volviendo amarillo”.

En cuestión de días, el hombre de 40 años estaba en el hospital, con un diagnóstico de hepatitis A, un virus que afecta el hígado, altamente contagioso que, solo en Ohio, ha infectado a unas 3,220 personas, de las cuales al menos 15 murieron.

Desde 2016, este virus ha generado brotes en al menos 29 estados, comenzando en Michigan y California. Ha enfermado a más de 23,600 personas, envió a la mayoría al hospital y mató a más de 230. Todos, excepto los brotes de California y Utah, están en curso, y expertos esperan que eventualmente el virus se filtre en todos los estados.

Como una sombra, estos brotes siguen a la epidemia de opioides, extendiéndose principalmente entre los consumidores de drogas y las personas sin hogar. Pero cualquiera que no haya sido vacunado puede contraer hepatitis A, como están descubriendo los funcionarios de salud de Akron.

“Está llegando al público en general”, dijo Tracy Rodríguez, supervisora ​​de enfermedades contagiosas para el Departamento de Salud Pública del condado de Summit. “Da miedo”.

La hepatitis A prospera en condiciones insalubres y se propaga tan fácilmente como un virus estomacal: las personas ingieren cantidades minúsculas de las heces de una persona infectada a través de alimentos, bebidas, equipos para inyectarse drogas u objetos tan comunes como las perillas de las puertas.

Burrell, quien solía vivir en una tienda de campaña, pero ahora se queda en la casa de un amigo, cree que contrajo el virus limpiando, sin usar guantes, la basura que tiraban otros usuarios de drogas. Más de dos semanas después de su estadía en el hospital, contó que todavía se sentía débil y “agotado” visitando amigos cerca del lugar en Akron en donde una vez tuvo su carpa.

La hepatitis A ha afectado a más personas en Ohio que en cualquier otro estado excepto Kentucky, donde se infectaron con el virus más de 4,800 personas, de las cuales al menos 60 murieron. Kathleen Winter, epidemióloga de la Universidad de Kentucky, dijo que Ohio, por ser un estado con más población, está en camino de superar los números de Kentucky, en donde el brote está en baja.

Pero, de manera implacable, el virus continúa su marcha por todo el país. Pensilvania declaró un brote en mayo. A principios de agosto, Florida y la ciudad de Filadelfia declararon emergencias de salud pública, acción que, entre otras cosas, es una señal para los proveedores de salud de la necesidad de vacunar a los vulnerables. Los recuentos de casos ahora superan los 1,000 en seis estados.

Y, como en Akron, el virus está viajando más allá de las comunidades de personas sin hogar y de usuarios de drogas. Uno de cada 5 habitantes de Kentucky que se enfermó desde agosto de 2017 hasta mediados de 2019, no pertenecía a ninguno de los dos grupos de riesgo. Casi el 40% de los casos de Florida desde 2018 y la primera mitad de 2019 no tenían factores de riesgo conocidos.

Simon Haeder, profesor asistente de políticas públicas en la Universidad Estatal de Pensilvania, dijo que los brotes muestran cómo la crisis de adicción, y las enfermedades asociadas, ponen en peligro a todos, al tiempo que revela grietas en el mosaico del sistema de salud pública mal financiado del país. Un informe reciente de Trust for America’s Health encontró que solo el 2.5% del gasto en salud de 2017 se destinó a la salud pública.

“Tenemos una población de personas sin hogar, y que usan drogas, en aumento. Tenemos una inversión decreciente en salud pública. No me siento optimista mirando al futuro”, dijo Haeder.

El poder de una vacuna

La hepatitis A, que infecta las células del hígado y causa inflamación, puede ser leve o grave y, en casos raros, lleva a insuficiencia hepática y muerte, especialmente en personas mayores y otras con enfermedades hepáticas. No hay cura; los médicos aconsejan descanso, nutrición y líquidos a medida que el virus sigue su curso.

Los casos se redujeron drásticamente en el país en 1995, después que saliera al mercado una vacuna. La vacuna se recomienda para bebés, y las cifras federales de 2016 muestran que el 61% de los niños entre 19 y 35 meses habían recibido las dos dosis. Solo el 9.5% de los adultos mayores de 19 años se habían vacunado.

Con tantos adultos desprotegidos, la enfermedad volvió con fuerza en 2016. Los trabajadores de salud pública la combatieron al vacunar a las personas con mayor riesgo. En el condado de San Diego, en California, también abrieron estaciones para lavarse las manos y distribuyeron kits de higiene que contenían desinfectante para manos, toallitas de limpieza, botellas de agua potable y otros artículos. Incluso lavaron las calles con una solución con detergente.

Al año siguiente, aparecieron brotes en cinco estados más, incluido Kentucky, donde finalmente se transformaría en el más grande del país.

El virus se infiltró en la vecina Ohio en 2018, infectando gradualmente a personas en 81 de los 88 condados. A principios de este mes, se habían reportado 111 casos en el condado de Summit, entre los más altos del estado.

En este condado del noreste de Ohio, Rodríguez y sus colegas han montado un contrataque completo. Han administrado más de 550 vacunas, a personas en la cárcel del condado, programas de servicios de jeringas, centros de tratamiento de drogas, grupos de apoyo para personas que recuperaron su libertad y comunidades sin hogar. Cuando identifican casos, trabajan para encontrar y vacunar a familias, amigos y contactos cercanos. Sage Lewis, un defensor de las personas sin hogar que es dueño de tierras en donde alguna vez hubo asentamientos de personas sin techo, dijo que “el departamento de salud está salvando vidas”.

En una tarde reciente, Rodríguez y la enfermera del departamento de salud Rachel Flossie vacunaron a 26 participantes de un programa de reingreso a la sociedad posterior a la cárcel dirigido por South Street Ministries. Los participantes hicieron fila rápidamente para recibir sus dosis, algunos haciendo una mueca por el pinchazo.

Jessica Gilbert, de 33 años, recibió su segunda dosis de la vacuna. Tuvo su primera a fines de mayo, que le proporcionó gran parte de la inmunidad. Pero quiso ser más cautelosa porque cree que una mujer en la cárcel de un condado cercano la expuso al virus.

“Quiero protección total”, dijo. “No quiero estar enferma”.

Pero los funcionarios de salud no llegan a todas las personas en riesgo. Algunos usuarios de drogas están tan concentrados en su próximo “viaje” que no se preocupan por protegerse del virus. Muchas personas que lidian con viviendas inestables o adicciones son difíciles de encontrar.

Burrell dijo que nunca había oído hablar de la hepatitis A antes de tenerla. Aunque sabía que no debía compartir equipo de drogas cuando preparaba metanfetamina, dijo que no pensaba en los peligros de tocar agujas sucias u otra basura. Burrell ahora advierte a otros que tengan cuidado y difunde el mensaje sobre la vacunación.

Yvonne Demyan, enfermera de salud pública, hace lo mismo cuando lleva las vacunas a un programa de servicios de jeringas en la oficina del departamento de salud de un centro comercial. Después de vacunar a otras dos personas en una tarde reciente, Demyan entró en la sala de espera y le preguntó a otra: “¿Te toca a ti?”

Antes que pudiera responderle, ella respondió por él: “Sí. ¿Prefieres estar enfermo por un mes? Porque eso es exactamente lo que sucederá si tienes hepatitis A”.

Una ola de enfermedad continúa

La cobertura de noticias en algunos lugares se enfoca en los trabajadores de restaurantes infectados, pero los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) dijeron que la transmisión a los clientes ha sido “extremadamente rara” durante estos brotes debido a prácticas de saneamiento como lavarse las manos y usar guantes.

Controlar el virus es un especial desafío en las zonas rurales, donde hay menos servicios, como refugios para personas sin hogar y la falta de vivienda puede significar terminar en el sofá de un amigo. Muchas ciudades pequeñas tienen departamentos de salud pequeños, con solo un par de enfermeras, y presupuestos en baja. Una encuesta de 2018 de la National Association of County and City Health Officials encontró que el 23% de los departamentos de salud locales que atienden a poblaciones de menos de 50,000, y el 19% de todos los departamentos de salud locales, esperan recortes presupuestarios en el próximo año fiscal.

En este contexto, los CDC han inyectado recursos federales. La agencia gastó aproximadamente $9.1 millones en el año fiscal 2018 para ayudar a frenar los brotes, incluido dinero para 150,000 vacunas financiadas con fondos federales.

La doctora Monique Foster, oficial médica de la División de Hepatitis Viral de los CDC, dijo que vacunar a las personas en mayor riesgo sigue siendo la mejor estrategia. “Los brotes se detendrán cuando hayamos vacunado efectivamente a las personas vulnerables”, agregó.

Aunque el gobierno federal no recomienda la vacunación universal, varios expertos dijeron que cuantas más personas se vacunen, mejor.

“El riesgo está ahí. La enfermedad está circulando “, dijo Winter, de la Universidad de Kentucky. “Es bueno que la población general se vacune”.

Con el virus continuando su avance, dijo Haeder de Penn State, “no pasará mucho tiempo antes que lo tengamos en todas partes”.

 

Preguntas frecuentes sobre la hepatitis A

¿Qué es la hepatitis A?

Es una infección hepática altamente contagiosa causada por el virus de la hepatitis A. Puede variar desde una dolencia leve que dura unos días hasta una enfermedad grave que dura varios meses. Los síntomas incluyen: fiebre, fatiga, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, orina oscura, diarrea, heces de color arcilla, dolor e ictericia en las articulaciones, o coloración amarillenta de la piel y los ojos. Los síntomas generalmente duran menos de dos meses, aunque pueden perdurar hasta seis meses en algunas personas.

¿Cómo se propaga?

El virus generalmente se propaga cuando alguien, sin saberlo, lo ingiere de objetos, alimentos o bebidas contaminados por pequeñas cantidades de heces de una persona infectada. También puede propagarse durante el contacto personal cercano con una persona infectada, como a través del sexo o al cuidar a una persona enferma.

¿Quién está en riesgo?

Cualquiera puede contraer hepatitis A, pero las personas con mayor riesgo incluyen aquellas que tienen contacto directo con alguien que la tiene; personas que usan drogas (inyectables o no); personas sin hogar o con viviendas inestables; hombres que tienen sexo con hombres; y viajeros a países donde el virus es común.

¿Quién debe vacunarse?

El Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización de los CDC recomienda vacunar a los grupos en riesgo, así como a los que tienen más probabilidades de sufrir complicaciones por la hepatitis A, los niños de 1 año y “cualquier persona que desee obtener inmunidad”. El comité votó recientemente para extender sus recomendaciones a menores de 2 a 18 años que no recibieron la vacuna cuando eran bebés.

¿Cómo se trata la infección?

No hay medicación ni cura; el virus debe seguir su curso. Los médicos generalmente tratan los síntomas y recomiendan descanso, nutrición adecuada y líquidos. Algunas personas necesitan ser hospitalizadas. En casos raros, la hepatitis A puede ser fatal, especialmente cuando afecta a personas mayores o a los que ya sufren una enfermedad hepática.

¿En qué se diferencia la hepatitis A de otros tipos de hepatitis?

Las hepatitis A, B y C son causadas por diferentes virus. La hepatitis B se transmite principalmente cuando la sangre, el semen u otros fluidos corporales de una persona infectada entran al cuerpo de otra persona. La hepatitis C se transmite por la sangre. La hepatitis B o C pueden variar desde ser enfermedades leves, que duran unas pocas semanas, hasta afecciones graves y crónicas. Hay vacunas para la hepatitis A y B, pero no para la hepatitis C.

Fuentes: Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización.

KFF Health News is a national newsroom that produces in-depth journalism about health issues and is one of the core operating programs at KFF—an independent source of health policy research, polling, and journalism. Learn more about KFF.

Some elements may be removed from this article due to republishing restrictions. If you have questions about available photos or other content, please contact khnweb@kff.org.