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Los buenos amigos podrían ayudar a mantener un cerebro sano al envejecer

(iStock via Getty Images)

Pregúntale a Edith Smith, una orgullosa mujer de 103 años, sobre sus amigos, y ella tendrá muchas cosas que contarte.

Está Johnetta, de 101 años, a quien conoce desde hace 70 y quien sufre la enfermedad de Alzheimer. “La llamo todos los días y solo digo ‘Hola, ¿cómo estás?’ Ella no me reconoce, pero devuelve el saludo y bromeo con ella”, dijo Smith.

Está Katie, de 93, a quien Smith conoció durante una larga carrera docente en las escuelas públicas de Chicago. “Todos los días tenemos una buena conversación. Todavía conduce y vive en su propia casa, y me cuenta las novedades”.

Luego está Rhea, de 90, a quien Smith visita regularmente en un hogar. Y Mary, de 95, que ya no sale de su casa, “así que le preparo una canasta de jalea y cosas pequeñas que hago una vez al mes y se la envío con un taxi”. Y todos los compañeros residentes de la comunidad de adultos mayores de Smith, en Chicago, a quienes ella reconoce con una tarjeta y un regalo en sus cumpleaños.

“Soy una persona muy amigable”, dijo Smith cuando se le pidió que se describiera a sí misma.

Esa puede ser una de las razones por las cuales esta jovial centenaria tiene una memoria extraordinaria para alguien de su edad, sugiere un estudio reciente de la Universidad de Northwestern que destaca un vínculo notable entre la salud cerebral y las relaciones positivas.

Durante nueve años, estos expertos han estado examinando “Súper Ancianos”, hombres y mujeres mayores de 80 cuyos recuerdos son tan buenos o mejores que las personas 20 a 30 años más jóvenes. Cada dos años, el grupo llena encuestas sobre sus vidas, y se les realiza una serie de pruebas neuropsicológicas, escáneres cerebrales y un examen neurológico, entre otras evaluaciones.

“Cuando comenzamos este proyecto, no estábamos realmente seguros de poder encontrar a estas personas”, dijo Emily Rogalski, profesora asociada del Centro de Neurología Cognitiva y Enfermedad de Alzheimer en la Escuela de Medicina Feinberg, de Northwestern.

Pero descubrí que sí: 31 hombres y mujeres mayores con recuerdos excepcionales, en su mayoría de Illinois y los estados vecinos, participan actualmente en el proyecto. “Parte del objetivo es caracterizarlos: quiénes son, cómo son”, dijo Rogalski.

Investigaciones anteriores del equipo de Northwestern proporcionaron pistas alentadoras, mostrando que los Súper Ancianos tienen características cerebrales distintivas: cortezas más gruesas, una resistencia a la atrofia relacionada con la edad y un cíngulo anterior izquierdo (una parte del cerebro importante para la atención y la memoria) más grande.

Pero la estructura del cerebro por sí sola no explica por completo la agudeza mental inusual de estos adultos mayores, sugirió Rogalski. “Es probable que haya una serie de factores críticos que estén relacionados”, dijo.

Para su nuevo estudio, los investigadores pidieron a 31 Súper Ancianos y a 19 adultos mayores cognitivamente “normales” que completaran un cuestionario de 42 preguntas sobre su bienestar psicológico. Los Súper Ancianos se destacaron en un área: el grado en que informaron tener relaciones satisfactorias, cálidas y confiables. (En otras áreas, como tener un propósito en la vida o conservar la autonomía, se parecían mucho a sus pares “normales”).

“Las relaciones sociales son realmente importantes” para este grupo y podrían jugar un rol crítico en la preservación de las funciones cognitivas, dijo Rogalski.

Ese hallazgo es consistente con otras investigaciones que relacionan las relaciones positivas con un riesgo menor de deterioro cognitivo, deterioro cognitivo leve y demencia. Aun así, los investigadores no han examinado cómo estos adultos mayores especiales mantienen estas relaciones y si sus experiencias pueden incluir lecciones para otros.

Smith, uno de los Súper Ancianos, tiene muchas ideas al respecto. En su comunidad de jubilados, es una de las nueve personas que dan la bienvenida a nuevos residentes y tratan de ayudarlos a sentirse como en casa. “Tengo una sonrisa para todos”, dijo. “Intento aprender el nombre de alguien tan pronto como llega, y si los veo siempre es un ‘Buenos días, ¿cómo estás?'”.

“Muchas personas mayores solo cuentan la misma historia una y otra vez”, dijo. “Y a veces, lo único que hacen es quejarse y no mostrar ningún interés en lo que tienes que decir. Eso es terrible. Tienes que escuchar lo que la gente tiene que decir”.

Brian Fenwick, administrador de Bethany Retirement Community donde vive Smith, la define como una “líder de la comunidad” y explica que “ella está muy involucrada. Nos mantiene alertas. Se da cuenta de lo que está pasando y no tiene miedo de hablar”.

Hace quince años, Smith se convirtió en cuidadora de su esposo, que falleció en 2013. “Todo el tiempo que estuvo enfermo, todavía estaba haciendo cosas para mí misma”, recuerda. “No se puede dejar todo y esperar poder recogerlo después. No puedes dejar a tus amigos y esperar que estén allí cuando estés listo”.

Lo que ella hace todos los días, dijo, es “mostrar a las personas que me importan”.

William “Bill” Gurolnick, de 86 años, otro Súper Anciano en el estudio, se dio cuenta del valor de volverse más demostrativo después que se retiró de un trabajo de ventas y mercadotecnia en 1999. “Los hombres generalmente no están dispuestos a hablar sobre sus sentimientos, se los guardan bien adentro”, explicó. “Pero aprendí a abrirme a otras personas”.

Con otros retirados, Gurolnick ayudó a fundar un grupo de hombres, Men Enjoying Leisure, que ahora cuenta con casi 150 miembros y ha generado cuatro grupos similares en los suburbios de Chicago. Se reúnen una vez al mes durante dos horas, incluida una hora que pasan discutiendo asuntos personales: divorcios, enfermedades, hijos que no pueden encontrar trabajo y otros temas.

“Aprendemos que la gente no está sola con los problemas con los que está lidiando”, dijo Gurolnick, agregando que muchos de los hombres han construido amistades sólidas.

La cobertura de KHN relacionada con el envejecimiento y la mejora de la atención de adultos mayores es apoyada en parte por la John A. Hartford Foundation y la cobertura de KHN de temas de envejecimiento y atención a largo plazo es apoyada por The SCAN Foundation.

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