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Oportunidades y Obstáculos Para Familias Con Estatus Migratorio Mixto

Cuando abrió por primera vez el período de inscripción abierta en el mercado de seguros de salud, Jessica Bravo fue casa por cada bajo el tajante calor del sur de California. Una y otra vez, en las puertas alrededor del condado de Orange, ella hizo la misma pregunta: “¿Está asegurado?”

Obtener una respuesta no siempre fue fácil. Las puertas se cerraban en su cara. La espantaban de los porches. Y algunas veces la dejaban con la palabra en la boca.

Bravo es una trabajadora de alcance comunitario paga de la Orange County Congregation Community Organization, una organización de fe sin fines de lucro. Su trabajo es informar a las personas sobre la posibilidad de obtener seguro bajo la Ley de Cuidado de Salud (ACA, por sus siglas en inglés).

“Mucha gente no sabe sobre esta nueva ley…esta oportunidad para un seguro de salud”, dijo Bravo, una residente de Costa Mesa de 20 años.

Meses después, supo que la cobertura también era una oportunidad para ella misma.

Bravo es una inmigrante indocumentada de México. La mayoría de las personas sin papeles no pueden obtener un seguro bajo el ACA. Pero el año pasado, Bravo y su hermano de Daniel, de 21 años, calificaron para el programa de Acción Diferida (Deferred Action for Childhood Arrivals, DACA, en inglés), una iniciativa del 2012 que le otorga estatus legal temporal a ciertos inmigrantes indocumentados que fueron traidos a Estados Unidos de niños.

La ley aplica para personas que vinieron al país antes de cumplir 16 años, que están en la escuela o son graduados de la escuela secundaria y tienen ahora menos de 33 años.

Jessica Bravo, 19, de Costa Mesa, California, fue concedida DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), pero no sabia que tal vez podia calificar para Medi-Cal (Photo por Heidi de Marco).

Jessica Bravo, 19, de Costa Mesa, California, fue concedida DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), pero no sabia que tal vez podia calificar para Medi-Cal (Photo por Heidi de Marco).

Ellos pueden obtener un permiso de trabajo, una licencia de conducir, un número de seguro social, un indulto a la deportación de dos años y — como Bravo ahora se da cuenta — la oportunidad de tener seguro de salud a través de Medi-Cal.

Estudiando Política y Estudios Étnicos a tiempo completo en el Golden West College en Huntington Beach, ahora Bravo no puede trabajar como solía hacerlo. Su ingreso mensual de $960 posiblemente la vuelve elegible para el Medi-Cal, el programa de seguros de California para los pobres y discapacitados, aunque aún no aplicó.

“He estado ocupada con trabajo y estudiando para los finales”, dijo. “No he tenido tiempo para averiguar”.

Un consejero de inscripción le dijo que necesita probar su ingreso. “Finalmente reuní los papeles y espero ir a verlo en uno de mis días libres”.

Se siente aliviada de que no tiene problemas de salud. Su única preocupación es tener nuevos anteojos. “Se rompieron y no puedo pagar un nuevo par ahora”, dijo. “Estoy esperando a ver qué tipo de cobertura tengo”.

Descifrando sus opciones bajo la ley fue particulamente difícil para Bravo, cuya familia tiene “estatus mixto”. Esto es, algunos tienen autorización federal para estar en este país y otros no.

Sus padres están en el país sin permiso, y también su hermano mayor, Luis, de 22 años, que no calificó para DACA. Su hermano Daniel recibió el estatus DACA y está con el Medi-Cal, aunque no ha usado su cobertura. Y su hermano Alex, de 11 años, es ciudadano nacido en Estados Unidos, y está cubierto por California Kids, un plan de seguro de salud sin fines de lucro.

La historia de la familia es complicada. Después de fracasar en varios intentos de conseguir visa, su padre, Enrique Bravo, cruzó la frontera ilegalmente en 1996. Su esposa, Virginia, se escondió en un auto pero fue atrapada por agentes de la patrulla fronteriza. Desesperada por reunirse con su esposo, trató de cruzar de nuevo la frontera y lo logró seis meses después. Jessica y sus hermanos cruzaron luego en auto, con parientes que son residentes legales.

“Soy 100 por ciento mexicana… pero todos mis recuerdos al crecer son de Estados Unidos”, dijo Jessica. “Es como si estuviera atrapada en el medio… no soy de aquí ni de allá”.

A medida que los niños mayores crecieron, recibir atención médica resultó arriesgado. La familia trató de mantenerse debajo del radar. Esto significaba ir al médico sólo cuando era absolutamente necesario, y siempre pagar en efectivo.

Como muchos padres inmigrantes, sentían miedo de exponer el estatus no autorizado, y poner a ellos y a los niños en riesgo de deportación.

Finalmente Enrique, un electricista, encontró un empleo que le ofreció seguro médico, y por varios años la familia estuvo asegurada. Pero lo despidieron en el 2006. Desde entonces, se vieron obligados a recurrir a las clínicas comunitarias locales que brindan atención gratis, o a bajo costo.

“Recuerdo que mis padres me decían que ya no iba a tener seguro bajo su plan”, dijo Jessica. “Sólo trataba de comer sano”.

Su mayor preocupación ahora, dice, es que alguno de sus padres se enferme y la familia no sea capaz de pagar por la atención.

Se están realizando esfuerzos para resolver estas preocupaciones. La propuesta del Acta de Salud para Todos, un proyecto de ley reintroducido en California este mes, permitiría a los inmigrantes indocumentados obtener cobertura a través del Medi-Cal estatal o comprarlo a través de un mercado de intercambio del estado.

Covered California también está trabajando con grupos de derechos de los inmigrantes para disipar los temores de que la búsqueda de cobertura a través de la Ley de Cuidado de Salud podría causar que familiares indocumentados sean deportados.

Y el presidente Barack Obama anunció en noviembre un nuevo plan de inmigración para conceder a hasta 5 millones de inmigrantes indocumentados protección contra la deportación. Aunque los inmigrantes no serían elegibles para la cobertura subsidiada por el gobierno federal, algunos podrían permanecer aquí más fácilmente, y obtener puestos de trabajo que ofrezcan seguro.

“Es difícil entender que yo tengo este privilegio, pero mis padres que han trabajado el doble de duro, no tengan nada”, dijo Bravo.

Los acontecimientos de los últimos dos años han aumentado las preocupaciones de la familia.

Luego que la agencia recibiera información, dos agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas detuvieron a Luis en la casa de la familia por una condena previa por manejar alcoholizado. No está claro qué va a pasar hasta que la corte de inmigración escuche su caso y decida si puede permanecer en Estados Unidos.

“Todo parece un sueño… sucedió tan rápido”, contó Jessica Bravo. “Estamos haciendo todo lo posible para detener su deportación”.

Hace unos meses, Virginia se tropezó y cayó frente a su apartamento en Costa Mesa, derramando la leche que acababa de comprar. A la ex estilista de 48 años le dolía el brazo, pero a pesar de sentir un dolor agudo no irá a la sala de emergencias.

“No podemos costearlo”, dijo Virginia Bravo. La madre de cuatro hijos ha estado desempleada por más de un año y está más preocupada por llenar la nevera que por buscar tratamiento.

Ella sabe muy bien que sin seguro, una lesión inesperada podría dejarlos en la quiebra.

El año pasado, Enrique tuvo que ser trasladado a la sala de emergencias. Se despertó en medio de la noche con una sensación de paranoia extrema, incapaz de recuperar el aliento, y con sensación de entumecimiento.

Estaba teniendo un ataque de pánico. La factura de la estadía en el hospital de dos horas fue de aproximadamente $6.000. Ya luchando financieramente, la familia tuvo que encontrar una manera de pagar en efectivo.

“Al principio me negué a ir al hospital”, dijo. “Sabía que iba a ser caro”.

El hombre de 44 años dice que lucha para ganar por lo menos $2.250 cada mes como electricista por cuenta propia, la cantidad exacta que necesita para pagar el alquiler.

Cualquier dinero extra se utiliza para comprar comida y pagar facturas. Ahorrar para una emergencia es imposible, dijeron los miembros de la familia.

“Somos pobres, pero ricos en salud, familia y unidad”, dijo Virginia Bravo.

Vivir en una familia de estatus mixto ha sido un reto, pero también los ha unido, dijo. Toda la familia ha participado en la campaña por la reforma migratoria y espera que el ACA con el tiempo incluya cobertura para inmigrantes indocumentados.

“La gente no sabe lo que tuvimos que pasar para llegar hasta aquí”, dijo Virginia. “Lo hicimos a través de… somos los afortunados”.

“No queremos nada gratis”, dijo. “Si tuviéramos la oportunidad de comprar un seguro de salud, buscaríamos la manera de pagarlo”.

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