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Plan de Trump para combatir el VIH puede encontrar barreras en la América rural

La doctora Michelle Salvaggio, directora médica del Instituto de Enfermedades Infecciosas del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, en Oklahoma City, muestra los medicamentos que se utilizan para tratar el VIH/SIDA. Desde que surgió la epidemia a comienzos de los años 80, avances médicos han logrado que los pacientes seropositivos tengan vidas saludables. (Jackie Fortier/StateImpact Oklahoma)

Uno de los objetivos que el presidente Donald Trump anunció en su discurso sobre el Estado de la Unión fue detener la propagación del VIH en los Estados Unidos en un plazo de 10 años.

Además de enviar dinero extra a 48 condados principalmente urbanos, a Washington, DC y a San Juan, Puerto Rico, el plan de Trump se enfoca en siete estados donde la transmisión rural del VIH es especialmente alta.

Funcionarios de salud y médicos que tratan a pacientes con VIH en esos estados dicen que cualquier financiamiento adicional será bienvenido. Pero agregan que las estrategias que funcionan en ciudades progresistas como Seattle no necesariamente serían eficaces en áreas rurales de Alabama, Arkansas, Kentucky, Mississippi, Missouri, Oklahoma y Carolina del Sur.

La estigmatización en torno al VIH y al SIDA, y a la homosexualidad, son profundas en partes de Oklahoma, dijo la doctora Michelle Salvaggio, directora médica del Instituto de Enfermedades Infecciosas del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Oklahoma, en Oklahoma City. El instituto es una de las dos clínicas de VIH financiadas con fondos federales; la otra está en Tulsa, la segunda ciudad más grande del estado.

El desafío de mantenerse anónimo

La clínica de Salvaggio tiene seis consultorios en donde se atienden pacientes por horas y horas. La clínica solía emplear a un administrador de casos en el condado rural de Woodward, a poco más de dos horas al noroeste de Oklahoma City.

Pero Salvaggio dijo que terminó siendo un desperdicio de dinero. “Tuvimos que eliminar esa posición, porque nadie iba a verlo”, dijo Salvaggio. “Porque en esa pequeña ciudad, las personas no querían que las vieran entrar a la oficina del administrador de casos de VIH. Y eso solo puede significar una cosa”.

En Oklahoma, como en gran parte de los Estados Unidos, los hombres de raza negra homosexuales y bisexuales tienen el mayor riesgo de infección por VIH. Otros grupos con riesgo elevado en Oklahoma incluyen a los latinos, las mujeres heterosexuales y los nativos americanos.

Salvaggio aplaude el objetivo de terminar con las transmisiones de VIH dentro de 10 años, pero dijo que no cree que sea factible en Oklahoma. El plan no reconoce las formas particulares en que diferentes poblaciones experimentan la epidemia, apuntó.

Por ejemplo, los nativos americanos en Oklahoma no pueden contar con el anonimato que proporciona una clínica de salud grande.

“Cuando entran a una clínica del Servicio de Salud para Indígenas, es posible que vean a su primo detrás del escritorio y al cuñado de su primo trabajando en registros médicos, y al novio de su sobrina que trabaja en la farmacia”, dijo Salvaggio.

Incluso si los nativos americanos tienen acceso a la atención de VIH en la clínica, dijo, “literalmente tienen miedo de ser rechazados”.

Se necesitan servicios de apoyo social

La ciudad natal de Ky Humble es Afton, Oklahoma, que tenía unos 800 habitantes cuando era pequeño. Humble pertenece a la Nación Cherokee y fue criado como bautista. No recuerda haber aprendido nada sobre el VIH cuando estaba en la escuela.

“Incluso si lo hice, claramente no fue suficiente”, dijo Humble. “Sabía que era gay en la escuela secundaria; creo que habría prestado atención”.

Cuando le diagnosticaron VIH hace seis años, a los 21, Humble sintió que su vida estaba terminando.

“Sabía que eso era una cosa importante, [pero] era muy ignorante”, recordó. “Me faltaban dos semanas para graduarme de la universidad, se supone que debes estar en la cima del mundo. Pero yo sentía que estaba bajo una sentencia de muerte”.

Ky Humble, quien pertenece a la Nación Cherokee y ahora vive en Oklahoma City dice que se necesita más apoyo para las personas que viven con VIH.(Jackie Fortier/StateImpact Oklahoma)

Llamó a su madre de inmediato, y la mamá condujo inmediatamente a través del estado para acompañarlo.

“Nos sentamos juntos y lloramos durante seis horas seguidas”, dijo Humble. “Y luego, de hecho, salimos y compramos varios libros sobre el VIH y comenzamos a leerlos, para tratar de averiguar qué estaba pasando”.

Hoy, Humble está sano. Sus niveles de VIH son indetectables y recibe tratamiento médico regular para mantenerse así. Ahora vive en Oklahoma City, pero su familia todavía vive en su ciudad natal. Dijo que algunas personas en Afton saben que tiene VIH, y otras no.

“Es como salir a la luz como diabético”, dijo Humble. “No necesariamente le digo a las personas que soy VIH positivo. Es solo una parte de lo que soy; no me define”.

Dijo que es cautelosamente optimista que el plan de la administración Trump pudiera significar más fondos para la prevención del VIH en Oklahoma. Pero Humble dijo que los habitantes de las zonas rurales del estado también necesitan acceso a “servicios integrales”, como bancos de alimentos, terapia de salud mental y asistencia para transporte, para ayudarlos a lidiar con la enfermedad.

“Tengo amigos que tienen VIH y viven en áreas rurales, y solo el hecho de tener que llegar a las citas médicas es todo un reto”, dijo.

La tasa de no asegurados de Oklahoma es la segunda más alta de los Estados Unidos.

Exactamente cuánto dinero recibirá el plan del presidente para el VIH depende del Congreso. Pero incluso los métodos económicos y comprobados para combatir el VIH, como la distribución de condones, pueden ser difíciles de lograr en un estado que no exige una educación sexual integral.

Las charlas informativas sobre el VIH con adolescentes a menudo se convierten en una clase básica de salud para disipar mitos, explicó Andy Moore, administrador de la clínica del Instituto de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Oklahoma.

“Hemos tenido adolescentes que preguntan cosas como ‘He oído que, si te tomas una Mountain Dew después del sexo, eso mata el esperma'”, contó Moore. Ellos realmente quieren saber si eso es verdad. “Tenemos que retroceder y explicarles qué es el sexo, cómo se hacen los bebés, los diferentes tipos de sexo, antes que podamos enseñarles sobre la prevención del VIH”, dijo.

Moore agregó que otro problema en Oklahoma es que a las personas se les diagnostica VIH en estadios muy avanzados, cuando ya tienen, o están por desarrollar, SIDA.

“Lo que indica que no se hicieron la prueba hasta que vivieron con la enfermedad durante seis, ocho, diez años”, dijo Moore. “Tenemos una de las tasas más altas de pruebas tardías”.

Salvaggio dijo que miles de personas en todo Oklahoma tendrían que hacerse una prueba de VIH para alcanzar la meta de la administración Trump. Y Oklahoma tiene la segunda tasa más alta en la nación de personas sin cobertura de salud, después de Texas, lo que significa que muchos no tienen un médico de atención primaria, por no hablar de la cobertura para medicamentos como Truvada, que puede usarse para prevenir la infección por VIH.

También es uno de los 14 estados que no han ampliado Medicaid bajo la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (ACA). Por lo tanto, incluso si más personas se hicieran la prueba del VIH, no sería fácil lograr que los que lo necesitan reciban tratamiento, dijo Salvaggio.

Apuntó que, además, la atención médica en Oklahoma carece de fondos suficientes, y no podría hacer frente a una afluencia repentina de nuevos pacientes. “No sé qué haríamos con todos esos nuevos pacientes”, dijo. “No tenemos instalaciones para atenderlos, y no tenemos proveedores”.

Esta historia es parte de una asociación que incluye StateImpact Oklahoma, NPR y Kaiser Health News.

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