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Los latinos son los que más quieren vacunarse, y los que más obstáculos enfrentan

Los latinos son los que más quieren vacunarse, y los que más obstáculos enfrentan

Trabajadoras de salud pública, conocidas como promotoras (der.), del equipo de respuesta de covid de latino Health Access hablan con una mujer sobre registrarse para vacunarse en un espacio del estacionamiento de una tienda en Santa Ana, California, el 27 de abril. (Leonard Ortiz/MediaNews Group/Orange County Register via Getty Images) (Leonard Ortiz/MediaNews Group/Orange County Register via Getty Images)

Una nueva encuesta revela que los hispanos tienen el doble de interés en vacunarse “lo antes posible” que los blancos no hispanos o personas de raza negra no hispanas. Los datos muestran que los problemas de acceso siguen siendo difíciles para la población.

Un tercio de los hispanos no vacunados dicen que quieren las dosis, en comparación con el 17% de los negros y el 16% de los blancos, según la encuesta publicada por KFF (Kaiser Family Foundation).

“Los resultados reflejan una oportunidad para que los departamentos de salud pública y los gobiernos locales lleguen a los hispanos con información y equipos de vacunación”, señaló Liz Hamel, vicepresidenta y directora de opinión pública e investigación de encuestas en KFF, quien lidera las encuestas mensuales de la organización sobre la vacuna contra covid-19.

“Definitivamente, hay una gran parte de la población hispana que está deseando vacunarse, pero no han podido encontrar el tiempo, o tienen algunas preocupaciones o preguntas, o no han podido acceder a la vacuna”, dijo Hamel.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), sólo alrededor del 13% de las personas en los Estados Unidos que han recibido al menos una dosis de la vacuna son hispanas, aunque constituyen alrededor del 17% de la población total. (Sólo la mitad de los datos de los CDC incluyen la raza o el origen étnico de las personas vacunadas).

Entre los hispanos no vacunados, el 64% estaba preocupado por la posibilidad de faltar al trabajo debido a los efectos secundarios de la vacuna, y el 52% estaba preocupado por tener que pagar las vacunas, aunque éstas se ofrecen sin costo alguno. Estas cifras son aún más altas entre los hispanos indocumentados.

“Es difícil que alguien que vive al día se tome medio día libre para venir a una clínica y tratar de vacunarse”, dijo el doctor José Pérez, jefe médico del South Central Family Health Center, una organización de salud sin fines de lucro con clínicas en todo el sur de Los Ángeles. “Si no trabajan ese día, no se ganan la vida y no comen”.

Aquéllos que se enfrentan a problemas de inmigración fueron más propensos a preocuparse por tener que mostrar una identificación emitida por el gobierno o un número de seguro social, según la encuesta de KFF.

Las políticas antiinmigrantes de la administración Trump asustaron a las personas que buscaban cualquier servicio de salud pública, por temor a que pudiera poner en peligro su estatus migratorio, dijo Pérez.

“Para los estadounidenses que están acostumbrados a tener orden en su vida, y no tienen que tener miedo de esto o aquello, esto puede parecer un poco extraño. Pero para la comunidad inmigrante del sur de Los Ángeles, estos son factores con los que lidian a diario”, agregó.

A pesar del mensaje esperanzador de la encuesta, la organización de Pérez sólo ha administrado una fracción de las dosis que tiene a mano, aunque ha ampliado los lugares de vacunación, y ahora ofrece una vacuna a cualquiera que entre en una de sus clínicas, dijo Pérez.

“Todo lo que podemos hacer es seguir empujando, educando, y poniendo nuestro nombre ahí fuera. Con suerte, nos pondremos al día”, apuntó.

La administración Biden anunció recientemente créditos fiscales para las pequeñas empresas que den a sus trabajadores tiempo libre remunerado para recibir la vacuna y recuperarse en caso de efectos secundarios.

Los proveedores no están autorizados a cobrar a la gente por la vacuna contra covid, y deben repartir las vacunas independientemente del estatus migratorio o del seguro médico.

En California, en donde los hispanos representan cerca del 40% de la población, el 48% de las muertes por covid y el 63% de los casos, alrededor del 32% se ha vacunado. Los casos y muertes están particularmente concentrados en los vecindarios de bajos ingresos, mayormente hispanos.

Las clínicas de salud comunitarias y las organizaciones de todo el estado están llevando la causa de las vacunas a las aceras, los supermercados y cualquier otro lugar donde se reúna la gente, buscando asegurar que sepan cómo obtener una cita para vacunarse.

Carmelo Morales era uno de los escépticos hasta que vio como colegas y familiares morían por covid en la empacadadora de carne en donde trabaja. Se decidió a vacunarse en abril.(Anna Almendrala/KHN)

En el código postal que rodea la sede principal de South Central Family Health Center, sólo el 16% de los residentes elegibles tenían al menos una dosis hasta el 7 de mayo, según el rastreador de vacunas del Departamento de Salud Pública de California.

A cinco meses que comenzara la campaña de vacunación de la nación, mientras los CDC relajan las recomendaciones del uso de máscara, la clínica todavía está empujando la importancia de las máscaras debido a la baja cantidad de personas que se han vacunado, dijo Pérez.

La “indecisión en la vacunación” se ha convertido en una excusa general para explicar las bajas tasas de vacunación entre las poblaciones minoritarias, pero el problema es complejo, dijo Nancy Mejía, directora del programa de Acceso a la Salud de los Latinos en Santa Ana, California, una organización sin fines de lucro que tiene un contrato con el condado de Orange para llevar la vacuna contra covid a los latinos.

Las promotoras de su grupo se encuentran con personas que se enfrentan a una gran variedad de obstáculos para vacunarse, dijo.

“Oímos todas estas preguntas: ‘Bueno, no tengo seguro médico’, o ‘¿Tengo que pagar?’ o ‘No tengo correo electrónico, ¿cómo me registro?'”, contó Mejía. “Cuando la gente habla de indecisión, realmente tenemos que preguntar de qué estamos hablando, y no seguir echando la culpa a las personas que realmente tienen buenas preguntas”.

Ahora que la demanda de citas para la vacunación ha caído, Mejía y su grupo se están centrando más en eventos de vacunación móviles en edificios de condominios y estacionamientos a donde peatones y residentes pueden simplemente caminar. Los eventos son por las tardes, después del trabajo, o los fines de semana, para que la decisión de vacunarse sea lo más fácil posible.

“Vemos que otros lugares han estado abiertos todo el día y sólo han entrado cinco personas”, dijo. “Así que, para nosotros, estar abiertos sólo unas horas por la tarde, y conseguir más de 100 personas es un gran éxito”.

Carmelo Morales, de 35 años y residente de Los Ángeles, era uno de los escépticos. Tras hablar con amigos y ver publicaciones en Instagram, temía que las vacunas fueran un complot para enfermar a la gente. No veía la urgencia de vacunarse.

Pero Morales, que trabaja en una planta empacadora de carne, se ha visto profundamente afectado por los casos y las muertes entre sus colegas y sus familias en el último año. Un día a finales de abril, mientras volvía a casa del trabajo, vio que los trabajadores de salud de una iglesia cercana a su casa estaban limpiando después de un evento de vacunación contra covid.

Preguntó si había dosis sobrantes y, como su casa estaba cerca, las enfermeras esperaron a que corriera a su casa a buscar su identificación para que pudiera ponerse la primera dosis.

“Sólo pensé y me dije, oye, es mejor sólo para estar del lado más seguro”.